miércoles, 17 de agosto de 2016

Los Juegos Morbolímpicos

La belleza de las mujeres, los círculos en el cuerpo de Phelps, el misterioso color verde de una piscina, los besos gais, la ropa apretada, las celebraciones particulares, el ridículo que sin querer hacen algunos, las vidas secretas de algunos deportistas, las parejas ocultas-guapas-feas-del mismo sexo... de los ganadores y ganadoras...
Estos titulares son los que acaparan buena parte de la prensa en estos días de Juegos Olímpicos, donde el verdadero sentido de deportividad, esfuerzo, competición sana, superación, lucha y entrega por llevar una medalla a tu país queda en un segundo plano si hay algo físico o privado que pueda encender otra antorcha y desmarcarte en el número de visitas.

¿Qué mas da si la persona ha estado años y años entrenando para ese momento? ¿Qué mas da su reputación si te puedes reir de alguien y con ello hacerlo viral y así tener millones de reproducciones en tu canal? ¿Qué mas da las familias de esas personas?

Total, el mundo ya no se alimenta de honores y verdades, si no sólo de impactos momentáneos, de vídeos de unos segundos que corran como la pólvora, de risas a veces sin sentido, de carne podrida.
El deporte ya no se alimenta de deporte.

Y yo no se si el fin justifica los medios, sólo se que los medios parecen no tener un (buen) fin.

sábado, 6 de agosto de 2016

Miembras, lenguaje y género

"Todas las enfermeras están amargadas, y todos los conductores de autobús son unos bordes".

Aparte de la absurda generalidad de esta frase, quiero resaltar otra cosa importante que casi todos obviamos: el género del colectivo al que nos referimos cambia en función de la profesión. Las enfermeras, los conductores, las amas de casa, los ingenieros, las cuidadoras.
La sexualidad en el lenguaje nos define culturalmente, nos delata, y mantiene un lastre en la espalda que parece que no terminamos de soltar. 
Es cierto que cambiar de un día para otro todo un idioma (y más el castellano) en cuanto a igualdad es complicado, y de hecho puede llevarnos a cometer errores, pero es importante que hagamos porque cambie, que la evolución lingüística no la hace el viento, sino las personas.

Cuando entendemos que el lenguaje y el pensamiento van agarrados con fuerza de la mano, hay que pensar para hablar, y pensar lo que se habla. Porque la cultura lingüística no sólo nos lleva a llamar en masculino o femenino a un colectivo por inercia, sino que nos encontramos infinidad de ejemplos en los que las palabras dicen más de lo que parece, y ponen a la sociedad en evidencia. Fíjate en la niña de tu mejor amigo que viene por ahí, "¡Oh!, que princesita, y mira su hermano, está ya todo hecho un campeón". ¿A nadie le chirría esta frase? ¿En serio?

¿Recordáis cuando Bibiana Aído pronunció la frase "miembros y miembras", y en España se alzaron las grandes voces del "ven pa' acá" a reirse por querer cambiar el idioma? Señores, cambiar el idioma es lo natural, el lenguaje está en constante evolución. Algunos decían que había cosas más importantes de las que preocuparse que por el género de una palabra, y yo creo que tienen razón, pero también hay cosas menos importantes de las que se habla más, y no veo por qué este tema no puede ser debatible. O qué pasa, ¿nuestro idioma sólo es objeto de noticia cuando no lo hablan en Cataluña o en País Vasco? Qué triste cuando algo es de interés por su ausencia en vez de por su presencia.

No se trata de poner una @ en todas las palabras a partir de hoy, ni de obligarnos a pensar en género neutro, pero sí hay que reflexionar sobre la capacidad de las palabras para mantener prejuicios; la capacidad que el lenguaje tiene sobre nosotros, sobre nuestra vida diaria y el mantenimiento en el tiempo de pensamientos y conductas. Debemos conceder a la metalingüística un valor que a día de hoy sigue provocando risas.


A ver si progresa la gran idea de que todos aprendamos Esperanto, y creamos un idioma que refleje un ser humano loable.
 

jueves, 4 de agosto de 2016

No os quejéis

¡No te quejes, al menos tienes trabajo! La persona que patentó esta frase tiene que estar forrada.
 Estamos tan acostumbrados a escucharla, que nos resignamos a contestar: pues si, al menos cobro un sueldo.

La sociedad nos enseña a pensar que siempre hay alguien peor, alguien que lo pasa peor que nosotros en todos los sentidos, y entonces así conformarnos con lo que nos rodea sin rechistar, sin agitar el puño, enmudeciendo ante las injusticias, las nuestras y las de otros. Maldito miedo, que es el agente más opresor que existe.

Recordad que siempre hay alguien peor, pero recordad que siempre hay alguien que lo está pasando mejor; y curiosamente son esos que esparcen el "hay alguien peor" los que viven mejor.
Estos días nos levantábamos con la noticia de que el paro ha bajado una barbaridad y las cotizaciones a la seguridad social han subido. Enhorabuena España, ya tienes lo que querías, que el numerito dejase de ser alarmantemente preocupante y se noten "los brotes verdes". Joder con los brotes, va a crecer una planta carnívora.

 ¿De qué nos alegramos si la mayor parte de los contratos son en el sector servicios, lo que viene siendo hostelería en temporada de verano?. Es decir: contratos temporales, medias jornadas, sueldos irrisorios, condiciones abusivas, explotación veraniega e infinidad horaria. De qué nos sirve crear empleo si solo hacemos valer nuestro país para servir paellas a los extranjeros (¡ojo!, los "buenos", los que se dejan la pasta en los chiringuitos y se ponen colorados, no queremos a esos del este (al menos como clientela), no sea que se llene esto de chusma).

 Y si, es muy digno llevar una bandeja en la mano, no hay trabajo en el que se deba tener más paciencia en el mundo (la experiencia me lo dice), pero cuando se es válido para ello y con unas condiciones laborales que reflejen lo que se trabaja.

 España, que no, que las cosas no se hacen así. Basta de contratos de formación sin remuneración o con una remuneración que no da ni para una botella de agua con la que sofocar este mal trago.

 Todos los medios de comunicación abrían con la feliz noticia de un Julio como hacía muchos años, un dato próspero para la economía y el sistema público, y después, en bajito (si lo contaban), presentaban el tipo de contratos y las condiciones. Cuando se nos presentan diferentes canales de información a la vez, la atención, una de las habilidades cognitivas, se divide, y tendemos a quedarnos con la más relevante, la de más interés o la que más resalte. ¿Con cual de las dos nos quedaremos, la que abre el informativo con una música bien alta de fondo y un titular claro, o la que se cuenta a mitad de programa como un secundario pasajero?. Todo culpa de la atención dividida; es lo que en psicología llamamos una putada.
 Pero no os quejéis, al menos tenéis cerebro.