martes, 6 de septiembre de 2016

Tiempo de política

Y la política entró en nuestras casas como nunca; resulta que todos queríamos opinar, que la situación de este país nos estaba desbordando, y nos estábamos cansando por encima de sus posibilidades.
Decidimos, allá por 2011 que nos interesaba lo que pasaba con nuestro dinero, lo que se hacía con el. El surgimiento del 15-M removió nuestras conciencias, y la fundación de un nuevo partido que subía como la espuma llamado Podemos originaba esperanza y desconcierto a partes iguales en la población.

Cientos de casos de corrupción, el enfado de un país sumiso harto de la pasividad política, hicieron que los españoles maduraran políticamente (a pesar de que a unos cuantos, no sé la razón, no les gusta que el resto opinen si no tienen el grado en ciencias políticas o en económicas)

La política se convirtió durante mucho tiempo en el tema central en cualquier corrillo, de todas las edades y de todas las clases. Pero cuando las cosas se alargan tanto y el tema se desgasta... las personas se cansan.
Y así, dos procesos electorales después, y a las puertas de un tercero, a la gente ya le da igual, si gobierna uno, el otro, el que tira a la moderación, el extremista, el independentista, el azul, el morado o el amarillo fosforito. Porque la percepción de la población es que el saco es el mismo, simplemente se ha hecho más grande, y aquellas sonrisas y esperanzas, se han convertido hoy en indiferencia.

Voy a ser claro; en las primeras elecciones voté ilusionado por primera vez, y no hubo respuesta por parte de los representantes a los que elegimos democráticamente. Entendí que al no haber acuerdo, podíamos ir a unas segundas elecciones aunque no me parecía lo justo, pero volví a votar, y a pesar de la decepción (personal) de los segundos resultados, España respondió otra vez. Señores, a los ciudadanos no les pueden pedir que trabajen más. Lo que hay es lo que hay, y ya no se trata de ceder, de coger el bastón de mando, de ser vicepresi o ministro de no se qué; lo que se quería era la pluralidad, el mapa de colores, y ahí está, y no saben qué hacer con el, tienen las piezas, pero ver el puzzle terminado no les compensa a ninguno, y a todos ya nos empieza a dar igual; total, el desgobierno no ha paralizado el país (cuidado con ésto, igual la gente se ve mejor sin gobierno y la idea de una anarquía deja de ser una locura)

¿Terceras elecciones? Estupendo, pero con, absolutamente, todos representantes nuevos. Si nadie se pone de acuerdo, que lo intenten otros, que sean otras personas las que pacten y lo intenten. Si no, corren el riesgo de que los españoles dejemos de creer en esta democracia... una vez más.