viernes, 23 de junio de 2017

Machismo y juventud

El machismo está presente en nuestro día a día, en acciones cotidianas que catalogamos como normales e incluso divertidas; son micromachismos agarrados tan fuerte en nuestra sociedad que muchas personas que incluso defienden ideas contrarias, acaban contradiciéndose en sus actos o palabras. Es la base actual en la que se cimenta el heteropatriarcado, la capa invisible de falsa evolución y palabras bonitas que el viento cultural vuelve a destruir una y otra vez entre piropos y cacharros por fregar.

Si ya no me valía al 100% la excusa de que la generación de nuestros padres y/o abuelos son hijos de su época y hay que respetar que cambiar una visión del género después de estar pegada a ellos durante cinco, seis o siete décadas es algo prácticamente insalvable del todo, lo que ya no es tolerable es que un adolescente, un grupo de niños de cierto colectivo no solo se mofe del feminismo, sino que abandere el machismo entre risas y carteles, y responda ante una iniciativa contra las agresiones sexuales dibujando el más claro sometimiento de la mujer, justificando la agresión física y la violación como arma de hombres.

Se puede pedir perdón por ser consciente de un comportamiento penoso en redes sociales, y hacerlo incluso sinceramente y sintiéndolo de verdad, pero la cuestión es que esas ideas se propagan de mente en mente cada día, con cada broma, con cada gesto que, siendo explícito o no, invita a aplaudir una superioridad masculina.
Condenamos el machismo en concentraciones, en actos, en declaraciones públicas, de puertas para afuera, pero en el comportamiento diario de las personas, en el que se muestran como realmente son y piensan, las conductas machistas de hombres y mujeres son innumerables, y no nos damos cuenta de ello.

De verdad, no me entra en la cabeza cómo unos chavales que comienzan a entrar en la vida social adulta puedan formular este tipo de acciones tan graves, cómo pueden seguir pensando así los hijos del siglo XXI, cómo el sexismo y la misoginia pueden merodear tan campante y aparentemente de forma silenciosa dando fe de lo viva que sigue la cultura de la violación.

Y ahora que ya estamos en San Pedro y las peñas tienen sus camisetas listas, haz un experimento: sal a la calle y pregunta a la gente qué les parece que los chicos y las chicas se corten las camisetas de sus respectivas peñas. Como diría el típico artículo de facebook la respuesta según el género te dejará helado.