martes, 3 de octubre de 2017

La vergüenza de un país

Podemos debatir, estar a favor de todo y en contra de nada, hondear banderas de mil colores en pos de la libertad y el progreso pero solo una lectura es posible de este 1-O: la manera de hacer política en este país no funciona.
Exigimos únicamente la idea de democracia que nos viene al dedo y aun nos molemos a palos por nuestra patria... ¡Vaya siglo nos espera! Parece que la guerra de los treinta años ha durado un poco más de lo que anunciaba.

Por un lado un gobierno que no deja expresarse y por el otro uno que solo quiere expresarse, sin un proyecto de lo expresado. Interesante manera de hacer política.
Ni diálogo, ni consenso, ni nada. Mientras se nos obliga a posicionarnos como enemigos unos de otros por ideales, ellos no reciben porrazos ni insultos. Lo de siempre: los pobres luchando para que el interés del rico se fortalezca. 
Hace gracia hablar de los catalanes como si fueran marcianos raros que pasan las 24 horas del día con la palabra "indapandansia" en la boca y quemando banderas rojigualdas, o escuchar cómo ciudadanos catalanes catalogan a todos y cada uno de los españoles como fachas y estúpidos derechones que les roban cuando su ahora idílico partido CiU hizo que gobernara Aznar en este país y avalaron los recortes de Mariano Rajoy. Interesante manera de ver la política cuando nos apetece.

¿Qué interés tenían los partidos en convertir un conflicto exclusivamente político en social? A la vista está: convertir las fronteras en sentimientos devuelve votos perdidos: por un lado la "españolidad" ha unido a millones de personas bajo el manto de los valores populares y por otro la "catalanidad" ha convertido a un partido lleno de putrefacción en la salvación divina del demonio. Hay tanta mierda debajo que cuando levantemos las faldillas el polvo nos va a comer. Interesante manera de socializar la política.

Hablamos de constituciones y estatutos como si estuvieran por encima de las personas, pero si millones de personas están hablando habrá que escucharlas, papeles aparte. Claro que ni es oro todo lo que reluce ni plátano es, y yo veo una pataleta de niño pequeño pidiendo un juguete para quedarse con la caja cuando se lo den, ¿qué reglas de juego tenéis una vez consigáis el osito de peluche?. Derecha, izquierda, anticapitalista, delante, detrás, un, dos, tres. Interesante manera de construir un país.

Puñetazos, porrazos, pucherazos, sangre, lágrimas, bravuconadas, trasatlánticos amenazantes, tráfico de urnas, violencia, insultos, ilegalidades, vergüenza. De todo menos racionalidad. ¿En qué momento un gobierno da órdenes a su cuerpo de seguridad para aporrear a ciudadanos corrientes con un papel en la mano? y sobre todo y si el referéndum ya era ilegal ¿para qué un despliegue tan grande si el resultado no iba a ser vinculante de todos modos? 

No podemos consentir que este espectáculo quede impune, y menos todavía podemos enfrentarnos entre ciudadanos de a pie. Las responsabilidades a la clase política incapaz de escuchar a su pueblo, de llevar un país, o dos. Y mientras el jefe de Estado, Felipe VI, escondido en su guarida por si vienen mal dadas. 

A todos, interesante manera de hacer patria, de velar por las personas, de hacer valer la palabra que de tantas veces sonada estos días ha quedado completamente devaluada, la querida democracia.














sábado, 26 de agosto de 2017

Terrorismo, inmigración y fronteras

Es curioso que los humanos nos consideremos dueños del suelo, de trozos de tierra, de parcelas con fronteras convencionales. Que hayamos convertido algo natural en artificial, fragmentado, como si el mundo desde arriba se viera con líneas que separan estados, pueblos o culturas, lo que en definitiva nos clasifica como personas distintas, nos convierte en seres diferentes, nos posiciona en contra de los que están al otro lado de un abismo imaginario.

El problema de todo esto es que, en consecuencia, el ser humano tiende a pensar sus ideas y las de "su grupo" como ciertas o más racionales, perdiendo así toda capacidad de empatía y análisis de razón más allá del "es que ellos son salvajes". La leyenda del salvaje viene de lejos, desde que la colonización hiciera a europeos superiores moralmente frente a territorios vírgenes en cuanto a lo que se consideraba modernización y justicia legal o divina (justicia o modernización entendida desde el prisma de su propia retina). Así, quien está fuera de las fronteras consideradas primermundistas está lejos de tener un discurso con validez.

Recordemos que la globalización ha superado esas fronteras pero parece ser que solo en materia tecnológica y económica. Este doble rasero muestra una cara bruta de los humanos: somos capaces de tener en nuestra mano el poder de unir el mundo y sin embargo cada día estamos más lejos, nos centramos más en lo que yo o mi entorno puede obtener que en constituir algo de mayor alcance y para un mayor beneficio común.

Que Dios, Alá o Buda me libren de justificar un ataque de cualquier tipo. Lo primero porque en el nombre de deidades abstractas se han masacrado nombres concretos con vidas, sueños y futuros de millones de clases y eso visto objetivamente es aterrador.
Lo segundo porque cualquier asesinato es injusto y eso no es rebatible.
Como tampoco es justo que la generalización nos convierta en pecadores a todos, en vez de buscar causas, soluciones e Historia en la que ahondar y de la que aprender.
Siguiendo en la línea de que cualquier asesinato es injusto, tenemos motivos suficientes para pensar que cuando se mata en nombre de la religión mostramos más miedo e ira que cuando se hace en nombre de otra causa, y sobretodo de otro valor, bien sea por cuestiones meramente personales o culturales o bien porque cada vez que se realiza un ataque terrorista (en occidente) nos abruman con información de todo tipo y sentimientos de miedo infundado y alarma crítica, que en última instancia provoca odio infundado, racismo y xenofobia en general.
Ojo, tan falaz es decir "todos los musulmanes son terroristas" como absurdo es comentar "yo conozco a un musulmán y es buena persona". Llevamos muchos días viendo un verdadero impulso de la islamofobia sin sentido, barbaridades como "es que cobraban pensiones españolas", "basta inmigración, que no entren en NUESTRO país" o "hay que atacar". La tendencia a confundir el número, las causas, las consecuencias y los ataques de la inmigración y los prejuicios sobre todo ser que no sea europeo nos mueven a pensar en invasiones masivas no solo físicas sino también sociales y culturales. El peligro de ello es que el odio profundiza y ataca nuestro sentido de la identidad y de la cohesión.

¿Seguro que la inmigración trae terrorismo? Tenemos una idea de la migración que tiene mucho que ver con un concepto psicológico: el locus de control. Es la percepción que tenemos sobre las causas de un acontecimiento. En este caso tendemos a pensar en la emigración por causas únicamente externas a nosotros, "se nos obliga a irnos", "aquí no hay nada que hacer", "España no ofrece" y en la inmigración por cuestiones meramente internas: razonamientos que tienen que ver con sus formas de ser, de pensar y de actuar en la vida, y una especie de maldad que les rodea.


El desconocimiento y el miedo cuando se unen son la peor arma.

viernes, 23 de junio de 2017

Machismo y juventud

El machismo está presente en nuestro día a día, en acciones cotidianas que catalogamos como normales e incluso divertidas; son micromachismos agarrados tan fuerte en nuestra sociedad que muchas personas que incluso defienden ideas contrarias, acaban contradiciéndose en sus actos o palabras. Es la base actual en la que se cimenta el heteropatriarcado, la capa invisible de falsa evolución y palabras bonitas que el viento cultural vuelve a destruir una y otra vez entre piropos y cacharros por fregar.

Si ya no me valía al 100% la excusa de que la generación de nuestros padres y/o abuelos son hijos de su época y hay que respetar que cambiar una visión del género después de estar pegada a ellos durante cinco, seis o siete décadas es algo prácticamente insalvable del todo, lo que ya no es tolerable es que un adolescente, un grupo de niños de cierto colectivo no solo se mofe del feminismo, sino que abandere el machismo entre risas y carteles, y responda ante una iniciativa contra las agresiones sexuales dibujando el más claro sometimiento de la mujer, justificando la agresión física y la violación como arma de hombres.

Se puede pedir perdón por ser consciente de un comportamiento penoso en redes sociales, y hacerlo incluso sinceramente y sintiéndolo de verdad, pero la cuestión es que esas ideas se propagan de mente en mente cada día, con cada broma, con cada gesto que, siendo explícito o no, invita a aplaudir una superioridad masculina.
Condenamos el machismo en concentraciones, en actos, en declaraciones públicas, de puertas para afuera, pero en el comportamiento diario de las personas, en el que se muestran como realmente son y piensan, las conductas machistas de hombres y mujeres son innumerables, y no nos damos cuenta de ello.

De verdad, no me entra en la cabeza cómo unos chavales que comienzan a entrar en la vida social adulta puedan formular este tipo de acciones tan graves, cómo pueden seguir pensando así los hijos del siglo XXI, cómo el sexismo y la misoginia pueden merodear tan campante y aparentemente de forma silenciosa dando fe de lo viva que sigue la cultura de la violación.

Y ahora que ya estamos en San Pedro y las peñas tienen sus camisetas listas, haz un experimento: sal a la calle y pregunta a la gente qué les parece que los chicos y las chicas se corten las camisetas de sus respectivas peñas. Como diría el típico artículo de facebook la respuesta según el género te dejará helado.


miércoles, 22 de febrero de 2017

La España profunda

Últimamente se escucha con frecuencia el término "España profunda" en referencia a una parte de la sociedad española que incluye a habitantes de zonas del interior y en concreto de áreas rurales.

El concepto se utiliza en términos peyorativos, y remarca la baja cultura de éstas personas y sus inclinaciones políticas conservadoras, creando una especie de sociedad alternativa anclada por completo en los años 70, donde el NO-DO sigue contando lo que pasa en los sitios que sí han evolucionado. Cuando se pronuncia, uno no puede evitar pensar en una señora mayor vestida toda de negro, de algún pueblo recóndito de Extremadura o Castilla y León sentada en el poyo de la puerta de su casa.

Aquellos que, saltando en el concierto de su grupo preferido o sentados en una butaca de cine, ondean la bandera de la cultura únicamente como expresión artística, olvidan que el concepto tiene connotaciones tan amplias como años tiene el universo, y que desde luego, decir que alguien "no tiene cultura", es cuanto menos, absurdo en sí mismo, ya que el ser humano por el simple hecho de vivir en sociedad es cultural inevitablemente.
Espero que aquellos que defienden que "cultura" es sinónimo de estudio, y hayan cumplido su enseñanza básica, sepan colocar en el mapa de su país localidades como Zamora, Cuenca, Soria o Albacete sin dudar si alguna es realmente una provincia o para qué necesitan saberlo.

Aclaremos términos: "España profunda" es, en realidad, un ideal de un pasado muy reciente que los jóvenes del siglo XXI atribuimos lejano desde el móvil, pero cuyos pasos nos pisan los talones. Es la historia de tu abuelo, de la posguerra, de la anécdota de turno sobre el hambre y los amigos muertos. Suena a siglo XII, y a capítulo 18 del libro de Historia del instituto.
La mofa de un resquicio de nuestro pasado menos pasado es un insulto a la memoria colectiva de varias generaciones que sacrificaron a veces incluso hasta la dignidad para tener un futuro menos sangriento y difícil. Y aquellos que desde grandes urbes, zonas costeras o simplemente desde encima del hombro miran lo rural con desprecio y gracia por el atraso tecnológico o la escasez industrial deberían saborear las mieles de esa cultura, su cultura, para darse cuenta de dónde vienen.

Olvidar el pasado es dejar el futuro vacío.

Ojalá la señora sentada en el poyo se levante, coja su bastón y nos de a todos un buen capón en la cabeza, a ver si así organizamos bien nuestras ideas.