sábado, 24 de marzo de 2018

Semana Santa: la ciudad que espera

A las 7 en la Farola.
Puede ser La Farola, El Merlú, Viriato, La Valenciana o cualquier sitio emblemático del centro de la ciudad, pero cualquier día de Semana Santa siempre empieza así, quedando con los tuyos, juntándote, reencontrándote donde siempre para volver donde todos los años y hacer como que la vida no pasa. Ahora ya hablas de trabajo, de lo harto que estás de tu jefe o de lo difícil que está todo. 
Pero es Semana Santa, lo único en lo que piensas ahora es en comprar una bolsa de pipas (pipelera incluida), coger un buen sitio y sentarte a esperar. Esperamos a que llegue la procesión y esperamos ver las mismas caras pasar, los adolescentes de en frente flirteando en sus primeras procesiones sin familia, esperamos que no nos toque en la esquina porque siempre te toca a ti de tu grupo, no tener que discutir con el que llega a última hora a intentar colarse y esperamos que el niño que se te pone delante aguante y entienda qué hace ahí viendo una masa de gente disfrazada. 
Esperamos escuchar a lo lejos las esquilas del Barandales o los tambores de la banda de cornetas para avisarte de que ya viene, que te levantes y le pidas a tu amigo que te limpie la espalda llena de polvo de la piedra en la que estabas apoyado y pongas el móvil en silencio.

Y cuando pasa y ya está vista nos vamos a esperar de nuevo la siguiente. Nos pasamos la semana esperando como una metáfora de esta ciudad que siempre espera algo que no termina de llegar, a veces procesiones y casi siempre oportunidades y un futuro un poco digno para que la sangría de despoblación no termine de vaciar las calles que hoy se abarrotan de gente, pero que mañana vuelven a estar frías y pidiendo a gritos que alguien haga algo para que Zamora no se convierta en un gran cementerio con un pasado glorioso pero sin un futuro que legar. La conservación pasa por que haya alguien que la conserve.

Miramos al cielo los que nos gusta la Semana Santa pero también miran los comercios, los hosteleros y todos en general esperando que no llueva y el dinero fluya de una vez por todas en la ciudad para poder resistir otro poquito más, que luego siempre vienen mal dadas, eso sí que no falla.

Nuestra Semana Santa es volver a vivir esos diez días que siempre son de la misma manera, con los mismos a ver lo mismo; ese es el rito más importante, lo que hace que queramos que llegue para parar y olvidar el resto del mundo, para sentirte protegido, en casa.

Disfrutad zamoranos, exiliados y turistas, disfrutemos de nuestra semana de Pasión, de nuestra gente, del calor de los que vienen, antes de que la Resurrección, paradójicamente, vuelva a arrebatarnos la vida y todo se reduzca de nuevo a esperar un milagro que parece que se retrasa.


miércoles, 21 de marzo de 2018

El día que se juzgó a Ana Julia por asesina, inmigrante y negra

Siempre hemos sabido que parte del éxito de las redes sociales es la distancia física con el resto de personas con las que interactuamos, lo que nos concede un margen para decir o mostrar lo que queramos sin la necesidad de dar explicaciones sobre ello en un corto plazo; si utilizamos el anonimato ni te cuento.
Realmente es una manera muy eficaz de dar rienda suelta a las cosas que se nos pasan por la cabeza y que parezca que no tiene consecuencias: con un click apagamos la realidad virtual y volvemos al cauto mundo real en el que expresar absolutamente todo lo que piensas pasa por la respuesta inmediata de quien te rodea, por lo que hay que pensar un poco más o ser políticamente correcto. No se si somos lo que mostramos en facebook, lo que hablamos mientras tomamos una caña o una mezcla de ambos.

Desde luego estos días hemos quedado retratados. Millones de comentarios racistas, misóginos y absurdos en contra de la inmigración han pululado por Internet avalados por el resto de usuarios y con un feedback bestial en hilos de medios de comunicación supuestamente serios y neutros sedientos de visitas y morbo.
Y no. No soy un insensible al que no le ha dado pena la muerte del pobre Gabriel (aclaro esto porque en la última semana en cuanto juzgas según qué comentarios te llaman inhumano o escoria).

Solo hace falta pensar con un poco de objetividad para darte cuenta que la pena de muerte o la prisión permanente hace que retrocedamos siglos en valores democráticos y yo estos días he visto a mucha gente pidiendo, firmando y exigiendo condenas así. 
Puedo entender que ante un hecho como este y en una constante avalancha de información florezca el sentimiento de rabia pero no puedo comprender que la subjetividad nos ciegue, que clamemos venganza y no justicia y me da mucho miedo que confundamos una cosa y la otra, que no sepamos distinguirlas. Hay que ser consciente de que la justicia no es de aplicación personal, que es común y que la venganza se trata de una reprobación más por sentimiento.

Muy bien, apliquemos la prisión permanente: ¿a quién se la aplicamos? ¿Solo a Ana Julia y a aquellos casos que salten a la opinión pública?, es decir, ¿qué vara de medir utilizamos? ¿qué casos son tan graves como para justificar que una persona no se vaya a reinsertar jamás, los que se hablen en el programa de Ana Rosa? ¿Deciden los jueces que una persona va a ser mala y reincidente de por vida? Venga ya. Los jueces aplican justicia, no moral. Y resulta un tanto absurdo que la sociedad mezcle una cosa con la otra por un odio de tres días.

Leyendo muchos comentarios uno se pone a pensar que en la mente colectiva la percepción del delito es mayor solo por el hecho de que ella sea negra y su procedencia latinoamericana, como si eso fuera un agravante del propio delito. Para mucha gente ha sido la constatación empírica del prejuicio de la mujer latina que llega a "nuestra idílica nación" a cumplir el sueño de sacar el dinero de todo hombre viejo inocente que se encuentre por el camino.
Hemos vivido muchos juicios sociales paralelos a investigaciones jurídicas de este tipo, pero ninguno nos había llevado tan lejos como para estigmatizar de nuevo la condición de migrante de una persona y por la boca (dedos más bien) han salido pensamientos que no están bien para decir en público pero que realmente pertenecen a nuestro modo de ver la vida. España es la eterna "yo no soy racista pero...".
Se está pidiendo que Ana Julia cumpla condena en su país de procedencia, un modo de echarla de España para no pagar su estancia en la cárcel. Si no se ve la xenofobia que hay en este tipo de comentarios es porque la llevamos muy dentro. Nadie ha pedido una expulsión del país de "El Chicle", asesino confeso de Diana Quer, cuando la atrocidad es similar y no es por el delito en sí sino porque uno es un hombre español y la otra es una mujer extranjera, latina y ex-puta, clichés que ofrecen un plus al ideal común de que la inmigración es peligrosa y que, como mínimo, hay que tener cuidado. Se trata de una falacia que vende y que se retroalimenta con sucesos así, donde los medios de comunicación además nos han dejado claro en cada uno de sus artículos el origen de la asesina, tanto que al final todos hemos creído que ese dato era esencial para la investigación, que explicaba ciertas cosas.

Además hemos traspasado límites en la empatía. Ponerte en el lugar de otra persona no te da derecho a escribir una carta suplantando la identidad del pequeño "dirigida a sus padres desde el más allá": es cruel si el señor que lo hizo fue para darse a conocer profesionalmente y si no fue por ese motivo sigue siendo una invasión tremenda de la vida personal de un niño que ni siquiera está ya en este mundo. Estamos muy faltos de tacto y sensibilidad pero no de la viral sino de la real.

No voy a dar el discurso de que "es que sentimos más pena por un niño asesinado en España que por los miles y miles en Siria" porque, aunque sería certero decirlo, el mundo nos ha enseñado que cuanto más cerca pasa algo mayor apego genera en nosotros y se trata de algo más bien psicológico: sentimos más miedo si una atrocidad ocurre a nuestro alrededor no solo física si no también culturalmente que cuando es lejana.
Ojito, que a pesar de esto todos somos igualmente humanos y aunque la piel que nos recubre sea diferente el interior puede ser negro, blanco o gris para todos en cualquier momento de la vida, no nos olvidemos.








miércoles, 7 de marzo de 2018

30 razones para apoyar la huelga feminista

1. Porque se trata de un punto de inflexión en las relaciones sociales entre mujeres y hombres.
2. Porque es el culmen de varias décadas de protestas y movilizaciones en torno a la figura de la mujer en todos los ámbitos de la vida.
3. Porque si algo hemos de aprender es que los valores considerados como masculinos (fuerza, valentía, poder...) y los considerados femeninos (delicadeza, suavidad, cuidado, muestra de sentimientos...) no son inherentes como han hecho que creamos durante siglos y no es a lo que debe aspirar cada persona según su sexo, sino que es un constructo social y cultural con el que hay que terminar.
4. Porque las cifras hablan y la desigualdad es real.
5. Porque solo debes preguntarte quién lleva en tu casa las riendas del hogar.
6. Porque mis amigas, mis compañeras, mis hermanas, mis primas, mis conocidas y las que no lo son no pueden pasar miedo si van solas por la calle.
7. Porque tu cuerpo es tuyo.
8. Porque la corbata no ciegue y rompamos el techo de cristal.
9. Porque puedas quedarte embarazada si es lo que quieres y no temas perder tu trabajo.
10. Porque la sociedad no te presione a que tu meta en la vida sea procrear y "que no se te pase el arroz".
11. Porque vistas como vistas nadie te juzgue jamás.
12. Porque si dices no quede claro que es no.
13. Porque decidas por ti misma si quieres quedarte en casa.
14. Porque las niñas y los niños aprendan desde que nacen que pueden jugar con lo que quieran, que los colores no entienden de sexos y que las oportunidades son las mismas para todos y todas.
15. Porque ni se mate ni se apedree ni se insulte ni se venda ni se trafique con ninguna mujer nunca más por razones económicas, culturales y/o religiosas.
16. Porque es la cualificación y la valía la que hace a los y las profesionales, no lo que tengas entre las piernas.
17. Porque la condición de mujer no acarree desigualdad, la de mujer negra doble desigualdad y la de mujer negra y lesbiana triple desigualdad.
18. Porque el abuso sexual sea para la sociedad abuso sexual y no volvamos a escuchar "es que ya no se va a poder hacer nada".
19. Porque la chica que meta en su cama a quien le de la gana y cuando le de la gana no tenga que soportar que la llamen puta, fresca o guarra, ya que no decimos puto, fresco o guarro.
20. Porque "ayudar en casa" es un insulto si el peso de la organización del hogar recae solamente sobre ella.
21. Porque todas y todos debemos cuidar en igual medida a los hijos e hijas, a las personas mayores y a las personas dependientes en la medida de lo posible.
22. Porque reflexionemos sobre las conductas inadecuadas en nuestro día a día.
23. Por todas esas mujeres que no van a poder ir por tantísimas razones; que su voz se oiga desde sus casas, sus trabajos o donde quiera que estén.
24. Porque los hombres puedan llorar, mostrar afecto o hablar de sus sentimientos sin las ataduras de una sociedad cargada de prejuicios sobre ello; por no volver a escuchar "eso es de nenazas".
25. Por la transversalidad de género y la lucha contra la discriminación estructural.
26. Porque hombres y mujeres estén igualmente representados en los distintos ámbitos de la vida: laboral, social, político, económico...
27. Porque se reconozca el trabajo de todas aquellas mujeres que, sin cobrar, han pasado su vida sacando adelante a sus familias desde el anonimato de la casa. Gracias.
28. Por acabar con la violencia machista. Que nadie vuelva a decir que los problemas se barren para dentro; que sepamos que es un problema de todos, estructural, de educación y de solución pública.
29. Porque el físico de las mujeres no esté siempre cuestionado. Por la tortura que supone un canon de belleza irreal, la cosificación mediática, las miradas acusadoras a las mini faldas y los escotes, y la extrema presión de perfección en cuanto a cuestiones corporales: depilación, maquillaje... Que la sociedad asuma que los cuerpos son perfectos siempre.
30. Porque feminismo es igualdad, no otra cosa.